En general el trabajo cotidiano nos ha supuesto mucha más carga de la prevista y el avance ha sido más lento del que pensábamos que era posible. Lo urgente nos ha requerido en muchas ocasiones haciendo que tareas de planificación, importantes pero no tan urgentes, se hayan desarrollado en un plazo superior al previsto. Sabíamos que la administración es lenta, pero lo es aún más de lo que pensábamos.
La tarea de planificar, sobre la que nos comprometimos en varias áreas a desarrollarla en los primeros seis meses, ha tenido que esperar en la mayoría de los casos al menos hasta el segundo año. En otros casos hemos aprendido que la Regla de Gasto -impuesta por la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera– no nos permite invertir el dinero que ya tenemos para desarrollar tantas actividades como son necesarias.
Además nos hemos encontrado con obligaciones impuestas por otras administraciones que aportan y quitan recursos unilateralmente. Tal es el caso de las tasas de la Casa de Infancia cuya bajada impone la Comunidad de Madrid sin aumentar su aportación por lo que la diferencia la tiene que poner el Ayuntamiento.
El Ayuntamiento es el eslabón más débil de la cadena administrativa sobre el que caen los palos de las otras administraciones. Uno de los límites más claros es la poca capacidad administrativa por falta de personal para desarrollar proyectos ambiciosos como algunas de las medidas referidas a vivienda.
Asumimos que el optimismo en la programación de 2015 fue excesivo, fruto del desconocimiento y del entusiasmo, y que, por este motivo, algunas de las propuestas hemos podido desarrollarlas de manera parcial, indirecta o menos intensa de lo que preveíamos. Es estos casos hemos mantenido la orientación de las políticas tal como estaban en el programa, y lo que ha cambiado ha sido su materialización concreta.